la iglesia y el castillo

Nunca llegué a subir hasta lo alto del castillo con azada y pala, como hicieron algunos, para buscar la cochinilla de oro, pero confieso que cada vez que me acerco de paseo por las paredes caidas del castillo todavía miro al suelo por si la casualidad quiere hacer verdad la leyenda. Descubrimientos, pocos son los que se pueden hacer ya en el pueblo pero todavía se me ponen los pelos de punta cuando una tarde, sacando escombros y maderas carcomidas de la iglesia, aparecieron tres calaveras y unas cuantas tibias debajo del coro. Asombra pensar que aquellos huesos fueran de algunos vecinos de Ventosa de los que nadie ya se acuerda... que nadie se altere: la abuela nos contó que en la misa de difuntos del 1 de noviembre, solían colocar aquellos huesos viejos sobre un sudario negro para recordar a los feligreses el trámite de esta a la otra vida.